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Así ocurrió todo

El Asalto a las Tierras, en 1937

 

 

Yolanda Sánchez Ogás

 

 


En 1877, Guillermo Andrade recibió del gobierno porfirista la concesión de 305,000 hectáreas del delta del río Colorado, con el compromiso de poblar y hacer productiva la región. Sin embargo, a fines de siglo los proyectos de colonización de Andrade habían fracasado y la región seguía siendo un desierto improductivo.

Mientras tanto, en el lado norteamericano se había formado una compañía que pretendía irrigar las tierras del Valle Imperial, trayendo agua desde el río Colorado. El inicio de las obras de irrigación, aprovechando el río Álamo –que corría por territorio mexicano–, hizo pensar a algunos inversionistas norteamericanos en la posibilidad de adquirir tierras mexicanas, sobre todo a partir de que se firmó un tratado entre México y Estados Unidos, mediante el cual la mitad de las aguas que corrían por el canal Álamo serían para nuestro país.

Fue así como en San Francisco, California, se formó la Colorado River Land Company, la cual en 1904 compró a Guillermo Andrade los derechos sobre sus tierras del delta del río. De esta manera una compañía de origen extranjero se apoderó de casi todo el Valle de  Mexicali.

 

"El rancho algodonero m s grande del mundo".

Desde 1912, la Colorado inició la explotación agrícola del valle, utilizando un sistema barato y eficaz que le permitió obtener extensas  reas cultivables. Las tierras enmontadas y desniveladas eran rentadas a inmigrantes chinos y japoneses, quienes tenían la obligación de nivelar y desmontar, así como de abrir canales y caminos; además, estaban obligados a sembrar algodón. Así se creó "el rancho algodonero m s grande del mundo".

La Colorado era dueña del valle y negaba a los mexicanos el derecho a poseer una parcela para evitar que crearan derechos. No fue hasta muchos años después cuando algunos mexicanos lograron obtener en renta algunas parcelas.

Los escasos mexicanos que vivían en el valle sólo podían trabajar como peones, y aun esta actividad era difícil, porque los chinos que rentaban parcelas preferían ocupar a sus connacionales que llegaban al valle.

Otra injusticia de la Colorado era la existencia de guardias blancas: con el pretexto de defender el latifundio de los magonistas, desde 1911 la compañía había obtenido la autorización para formar sus propios cuerpos de seguridad. Esta guardia, de nefasta memoria para los campesinos mexicanos, era la encargada de proteger los intereses del gran emporio algodonero, en detrimento de los derechos de los mexicanos.

Tal situación generó la inconformidad de los campesinos, sobre todo a partir de la formulación de las leyes agrarias de 1915 y 1917.

Fue así como un grupo de campesinos, dirigidos por el coronel villista Marcelino Magaña Mejía, solicitaron tierras al gobierno, aduciendo que los extranjeros no tenían derecho a poseer predios colindantes con Estados Unidos, pues la Constitución señala que a cien kilómetros de la frontera y a cincuenta de las costas ningún extranjero puede tener propiedades en nuestro país.

Ante la indiferencia del gobierno por dar respuesta a su solicitud, los campesinos se posesionaron de un predio conocido como Rancho Corona.

Debido a las proporciones que iba adquiriendo el movimiento magonista, el gobernador Abelardo Rodríguez decidió comprar al italiano Carusso su terreno y lo vendió a 230 campesinos mexicanos, a cada uno de los cuales correspondieron 16 hectáreas.

Así se formaron las primeras colonias con propietarios mexicanos, en 1925, núcleo conocido como Progreso y Anexas. Sin embargo, de esta venta no correspondió ninguna parcela a los seguidores de Magaña, razón por la que éstos se desanimaron y el grupo se desintegró.

 

La reforma cardenista

La idea de la tierra para los mexicanos estaba ya en la mente de algunos, y a partir de 1926 se inició la formación de sindicatos campesinos, algunos de los cuales luchaban por mejoras salariales.

Pero otros también iniciaron la lucha por la tierra y sufrieron la represión de la Colorado, como fue el caso del Sindicato Enrique San Martín de Álamo Mocho, cuyos integrantes en 1930 fueron perseguidos, hasta que algunos resultaron encarcelados. Igual suerte sufrieron otros sindicatos a lo largo de varios años.

1934 marcó un cambio muy importante en el país: llegó a la presidencia de México el general Lázaro Cárdenas, quien desde su campaña electoral había manifestado su interés por recuperar para la nación todo aquello que sólo a México pertenecía.

En 1936 dio a conocer su Proyecto de Integración de los Territorios, mediante el cual se creó una Comisión Intersecretarial que trataría de resolver los múltiples problemas que aquejaban a la lejana Baja California.

Fue así como, ante la perspectiva de lograr un apoyo del Presidente, algunos campesinos –encabezados por Hipólito Rentería, los hermanos Guillén, Filiberto Crespo y otros– iniciaron la organización de comunidades agrarias, las cuales formaron la Federación de Comunidades Agrarias, correspondiendo a Hipólito Rentería dirigirla.

El 25 de enero de 1937, reunidos los campesinos en la escuela Emiliano Zapata de la colonia Cerro Prieto, decidieron tomar las tierras de los ranchos donde trabajaban y que pertenecían a la Colorado, para de esa manera acelerar la aplicación de la Reforma Agraria en el Valle de Mexicali. Esta acción la llevaron a cabo el 27 del mismo mes.

La represión de la Colorado actuó sobre los campesinos y en las diversas comunidades fueron éstos detenidos y llevados a los sótanos de Palacio y a la cárcel de Mexicali. Ahí permanecieron poco tiempo, debido a que se recibió una orden presidencial para su liberación.

Pocos días después salió a la capital del país una comisión de campesinos, para entrevistarse con el Presidente y darle a conocer la situación del valle. Como respuesta, a los pocos días llegó una comisión encabezada por el jefe del Departamento Agrario, licenciado Gabino Vázquez.

Después de recibir solicitudes de tierras, se inició el reparto, y sólo tres meses después de esta acción ya se habían formado cuarenta ejidos con cien mil hectáreas, con lo que se beneficiaron setecientas familias. Fue así como la Colorado empezó a perder sus tierras mexicanas del delta del río.

La aplicación de la reforma agraria en el Valle de Mexicali significó el principio de la nacionalización, y el rescate de manos extranjeras de las tierras que sólo a México y a los mexicanos pertenecen.


 

Publicado en la revista De por acá, núm. 1, enero-marzo de 1994